Y en tu vida, en general. Los fisioterapeutas somos gente maja, cercana y empática. Un poco tocones, para los tiempos que corren, pero así somos.

Hace unos diez años, entró una embarazada en la clínica donde yo trabajaba. Le había derivado su sociedad a nosotros, diagnosticada de ciática. Por poner algo. La chica en cuestión venía hecha polvo. Caminaba medio arrastrando una pierna, medio dando saltos agarrada a su pareja. Era primavera y llevaba unas chanclas de piscina que se le clavaban porque tenía los pies tremendamente hinchados. Estaba de siete meses y se le saltaban las lágrimas del dolor. No se podía sentar y sonreía disculpándose por ello. La pasé a una camilla y la tumbamos con mucha dificultad. Le pregunté por qué no le habían prescrito antes rehabilitación. Su respuesta fue, entre lágrimas, que su ginecólogo, por un lado, y su médico de cabecera, por otro, le decían que esos dolores eran normales, propios del embarazo y que se tenía que aguantar. Mi respuesta fue contundente: NO, CON ESTO, NO.

En el embarazo nos aguantamos con muchas cosas. Por citar unas cuantas: los vómitos, las naúseas, el brebaje inmundo que te tomas cada vez que te hacen la prueba de la glucosa. El sentido del olfato hiperdesarrollado. La tripa que te impide doblarte o saltar del coche. Con la vejiga que hay que vaciar doscientas veces al día. Con el estreñimiento un día sí y otro también. Con el sídrome del nido que te hace poner la casa patas arriba. Con despertarte doscientas veces por la noche porque no encuentras la postura. Con tener memoria de pez. Pero con una ciática que no te permite caminar, NO.

La fisioterapia en estos nueve meses puede ayudar de múltiples formas:

  •  Tratando esos dolores musculares y articulares que pueden aparecer a lo largo del embarazo. Controlando la postura de la futura mamá a medida que va avanzando la gestación para prevenir que aparezca la tan temida lumbociática y otras molestias.
  •  Orientando la actividad física: A partir de las 12 semanas, si la mamá se encuentra bien, y en contra de lo que antes se creía, puede y debe hacer ejercicio (salvo contraindicación del ginecólogo o médico). Es muy recomendable para llegar en las mejores condiciones al parto. Un parto es una maratón, y hay que entrenar un poquito. Un fisioterapeuta especializado te guiará en esta etapa enseñándote qué ejercicios realizar para ganar fuerza, elasticidad y resistencia. También son muy importantes los ejercicicos respiratorios y de relajación.
  •  Valorando tu suelo pélvico y controlándolo durante este tiempo hasta el nacimiento del bebé, atentos a las posibles disfunciones que pudieran surgir. Será en el último trimestre cuando enseñaremos y utilizaremos técnicas como el masaje perineal que ayuda a prevenir desgarros y relajar la musculatura del periné.
  •  Enseñando diferentes posturas, respiraciones y técnicas para afrontar el parto. Se suele hacer en pareja para involucrar también a la persona que te acompañará en este momento especial y único.

Así que, por favor, tenednos presentes a los fisioterapeutas en esta etapa. Podemos y debemos trabajar mano a mano con gines y matronas, cada uno en su campo, enriqueciéndonos y ayudándonos unos a otros. Es cierto que cada vez se nos tiene más en cuenta, pero aún queda mucho camino por recorrer. En ello estamos.